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La devoción a San Nicolás llega a Palma de Mallorca de la mano de los frailes agustinos, a partir del siglo XV. Y se extiende de manera espectacular al amparo de su reconocido y público patrocinio sobre las benditas almas del Purgatorio. Será esta devoción, de fuerte raigambre popular, la que nuclearice su expansión en el culto de la iglesia agustiniana de Nuestra Señora del Socorro, en la ciudad de Palma, amén de su patrocinio sobre la Ciudad, tras el reconocimiento público de su intercesión en un desastre público, como la epidemia de peste de 1652, común entre la población de un transitado puerto de mar, como el de la capital mallorquina.

Y será la raigambre de esta devoción la que imponga una reforma expansiva en la iglesia del Socorro de Palma, con una intervención singular, que dará como resultado la capilla de San Nicolás de Tolentino o “Siete Capillas”. Porque es la devoción a San Nicolás, y de manera muy particular a su intercesión por las almas del Purgatorio, lo que influirá en la traza del espacio arquitectónico e incluso en la configuración de la bellísima cúpula barroca con la que se cierra el conjunto de la capilla, obra sin par en el barroco mallorquín, salida de la mano del escultor navarro, afincado en Mallorca, Francisco de Herrera (+ Palma 1733).

Un acontecimiento va a expandir más, si cabe, la devoción al santo entre las gentes de Palma. Con motivo de la epidemia de peste que arrasó la ciudad en 1652 la población busca la protección del santo de Tolentino. En Córdoba, en 1601 se reconocía su intervención por un hecho similar, el conocido como “milagro de Córdoba”. El P. José Salvá Piza, agustino del convento del Socorro, publica en Palma en el año 1735 la obra Universal patrocinio del glorioso P. S. Nicolás de Tolentino, del Orden de N. Gran P. S. Agustín en la que recoge el hecho prodigioso y el uso que se hizo de los milagrosos “panecillos” del santo entre los enfermos. Esta intervención milagrosa del santo expandió su culto por toda la Isla de Mallorca, provocando su proclamación como co-patrono de la Isla y especial protector de la ciudad de Palma contra la peste. De ahí la tradición popular de ir recorriendo los frailes agustinos del convent del Socors los barrios de la ciudad el día de la fiesta del santo, repartiendo panecillos entre la gente del pueblo.

Los agustinos al amparo de esta devoción creciente hacia el santo promueven la construcción de una capilla más amplia en su iglesia del Socorro, que diera cobijo como santuario a los cultos propios. Este es el origen de la conocida como Capilla de San Nicolás de Tolentino o “Siete Capillas”, por la original traza de la misma, que obedece a la devoción de un pueblo agradecido. En estas siete capillas se aplicaba el privilegio tolentino con la celebración de siete misas por los difuntos.

La devoción se diluye en el tiempo y hoy queda la muestra exquisita de la capilla y su espectacular cúpula barroca.

Anualmente se hace memoria del santo en el día de su fiesta, el 10 de septiembre, y se mantiene la tradición de la bendición de los “panecillos” de San Nicolás.

Para más información consúltese en esta misma web, en los documentos PDF, el artículo titulado Siete Capillas”, cuyo título original es: “Un ejemplo del influjo de la piedad en la traza del espacio sagrado. La capilla de san Nicolás de Tolentino en la iglesia de Ntra. Sra. del Socorro de Palma de Mallorca”.