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Con los agustinos entra en Mallorca la devoción a San Nicolás de Tolentino. Un acontecimiento va a expandir la devoción al santo entre las gentes de Palma. Con motivo de la epidemia de peste que arrasó la ciudad en 1652 la población busca la protección del santo de Tolentino. El P. José Salvá Piza, agustino del convento del Socorro, publica en 1735 una obra en la que recoge el hecho prodigioso y el uso que se hizo de los milagrosos “panecillos” del santo entre los enfermos. Esta intervención milagrosa del santo expandió su culto por toda la Isla de Mallorca, provocando su proclamación como co-patrono de la Isla y especial protector de la ciudad de Palma contra la peste.

Los agustinos al amparo de esta devoción creciente hacia el santo promueven la construcción de una capilla más amplia en su iglesia del Socorro, que diera cobijo como santuario a los cultos propios. Este es el origen de la conocida como Capilla de San Nicolás de Tolentino o “Siete Capillas”, por la original traza de la misma, que obedece a la devoción de un pueblo agradecido.

Bajo la dirección del P. Jaime Font Amorós se inicia la obra de la capilla, en la que interviene el arquitecto y escultor navarro Francisco Herrera, formado en Italia y afincado en Palma, donde murió en 1733. La obra de la capilla se concluyó en 1707, siendo inaugurada solemnemente, el 9 de septiembre de dicho año, víspera de la fiesta del santo.

La capilla de San Nicolás presenta la originalidad de su planta elíptica, siendo una de las primeras aplicaciones de esta planta, con origen en el Renacimiento italiano, dentro del barroco mallorquín. Es una aportación original de Herrera, fruto de su formación en Italia. La elipse recibe un octógono en el que se ordenan siete capillas de base rectangular más el arco de entrada, de medio punto, al igual que el resto de las capillas.

Las capillas están divididas por pilares por los que corre una cornisa quebrada en la que se asientan, cabe la clave de los arcos, los escudos de las principales familias benefactoras de esta obra. Estas capillas han tenido desde el siglo XVIII diversas dedicaciones. En la principal se dio culto al santo titular desde la fundación, pero a finales del siglo XIX fue desplazado a una de las laterales, dedicándose la principal al Sagrado Corazón de Jesús. Actualmente las advocaciones que se acogen en las capillas laterales son: Ntra. Sra. del Sagrado Corazón (s. XX), Santa Rita de Casia (s. XVIII), Santa Bárbara (s. XX), Ntra. Sra. del Pilar (s. XX), aunque la talla de la Virgen, en mármol, es de finales del XVI, San Nicolás de Tolentino, trasladado desde la principal en 1912 en retablo del XVIII y con una talla del santo en madera policromada, obra del escultor Guillermo Galmés, de comienzos del XX. La última de las capillas está dedicada al Niño Jesús de Praga, también de comienzos del XX.