Agustín de Hipona, el hombre
Agustín, dieciséis siglos después, sigue llenando páginas de libros, ocupando aulas, provocando diálogos, orientando homilías, ampliando bibliotecas y entusiasmando corazones. Sus huellas: la profunda interioridad; la inquieta y siempre inacabada búsqueda de la Verdad; el estudio y la contemplación; la fusión de ciencia y caridad; la gozosa y siempre alegre …