Domingo VI del tiempo ordinario. En pocos días volveremos a meternos por caminos de desierto y silencios, con la marca de la ceniza penitencial que nos recuerda que somos poca cosa y que esto poco, esta poquedad, está marcada, sellada por la gracia de Dios que se nos hizo cruz y vida a un tiempo.

Se funden hoy dos jornadas de importancia en la vida y reflexión de la Iglesia: la Jornada Mundial del Enfermo, en la memoria de Ntra. Sra. de Lourdes, y la Jornada de la Campaña contra el Hambre en el Mundo. Fusión de intenciones, incentivo de justicia, caridad, limosna y solidaridad.

Lo decía Francisco en el mensaje de esta Jornada del Enfermo: “los cristianos estamos especialmente llamados a hacer nuestra la mirada compasiva de Jesús”. Mirar como Jesús. Lo contemplábamos en el evangelio de Marcos, proclamado hoy, tocando al enfermo de lepra. ¡¡Lo tocó!!, saltándose la ley. Tocó la enfermedad y se hizo salud.

Mirar, tocar… La Campaña del Hambre de Manos Unidas avisa de la amenaza del cambio climático, en esta fiebre ecologista que inunda a la Iglesia y al mundo. El aumento de la temperatura global tendrá efectos catastróficos para la humanidad. Casi la mitad de la población mundial vive en contextos altamente vulnerables al cambio climático.

El HAMBRE del mundo, evidentemente, no sólo se reduce a falta de pan. La falta de cultura, la falta de salud, la falta de vivienda y trabajo digno, la falta de dignidad, la falta de futuro de masas y masas de seres humanos, jamás pueden dejarnos indiferentes. Y sabemos, lo sabemos bien, que no se reduce a un problema de solidaridad o caridad. Es –descaradamente- un problema de justicia.

“Los cristianos estamos especialmente llamados a hacer nuestra la mirada compasiva de Jesús”. Está bien.

Los cristianos estamos llamados a tocar con nuestras manos la llaga de la lepra.

O los enfermos, los pobres, los hambrientos, los vulnerables nos complican la vida, la agenda y la nómina o esto no hay quien lo entienda.

Y Dios, cree uno, hará el resto.

Fr. JM, Rector del Socors