Feliz 2019. Hasta el agotamiento… Frases hechas, buenos deseos, mensajes diversos, llenan christmas, saludos, wasaps, postales, cartas… A todo el que te encuentras, familiar, amigo o conocido, te saluda: feliz entrada de año. Feliz y próspero… Y uno se pregunta: ¿Feliz? ¿Próspero?
Un año nuevo feliz es un año cargado de paz y de reconciliación, un año cargado de trabajo y bienestar; un año con unas perspectivas familiares, laborales y sociales llenas de armonía y equilibrio, de seguridad y orden en las cosas, en las situaciones de la vida, en la salud, en el trabajo, en las relaciones con los demás.
Un año próspero es un año con un horizonte de paz y de crecimiento en la economía, en la política, en la familia, con los amigos, los compañeros de trabajo. Un año próspero es un año cargado de bondad y del cumplimiento de nuestros deseos más nobles, donde brillen la honradez y la nobleza del corazón.
No sé si los buenos deseos que brotan en nosotros están siempre orientados a la persecución de estos fines o se quedan, más bien, en una sarta de buenas intenciones para que la vida siga –más o menos– como está.
Y para eso, reconozcámoslo, no hacen falta christmas, wasaps o llamadas de teléfono, inagotables en estas fechas.
Y, una vez más, viene a mi mente aquella frase magistral de San Agustín en uno de sus sermones:
“Tú dices: son tiempos difíciles, son tiempos de opresión, son tiempos preocupantes. Vive correctamente y cambiarás los tiempos. Los tiempos nunca han hecho mal a nadie. Aquellos a los cuales se hace mal son los seres humanos; los que hacen el mal son los seres humanos. Por tanto, cambia a los seres humanos y cambiarán los tiempos” (Serm. 311, 8).
Y tal vez sea eso lo que hemos de pedir: cambiar, convertirnos con un corazón íntegro a la felicidad y la prosperidad. Realmente no son tiempos fáciles los que nos tocan vivir, pero los tiempos no cambiarán si no cambiamos los seres humanos.
Por eso, sin duda, ¡feliz y próspero año nuevo!, pero –mejor– feliz tú que crees en la bondad y la justicia, en la libertad y la caridad. Feliz tú, que avanzas y tienes éxito en el día a día, porque tu esfuerzo, aún pequeño, aún anónimo, va a hacer posible un mundo nuevo, en ti, en tu corazón, en tu familia, en tu trabajo, en tu ciudad.
Que lo hagamos posible, porque está en nuestras manos.
fr. JM, Rector del Socors.