El pasado año 2023 se conmemoró el quinto centenario de la llegada de la reliquia del brazo de San Sebastián a Mallorca. La pieza, que se conserva en la Sala Capitular Barroca del Museo Catedralicio, llegó a la isla en septiembre del año 1523 gracias al Ardiaca de la ciudad de Rodas, Manuel Surianesgui.
En 1523 la ciudad de Rodas llevaba un año sitiada por las tropas turcas, un asedio que acabaría con la presencia de las órdenes militares surgidas en las Cruzadas. Para proteger la reliquia de San Sebastián, Manuel Surianesgui, arcediano de la ciudad, se la llevó consigo en su huida a la península ibérica.
En el mes de septiembre de ese año, su barco recaló en el puerto de Palma. La ciudad y la isla sufrían una epidemia de peste, y hacía unos meses que los agermanados -camarillas de menestrales que trataban de levantar al pueblo contra los caballeros y las élites urbanas- se habían rendido frente al virrey Miguel de Gurrea.
Después de unos días de escala en Mallorca, Surianesgui quiso partir, llevándose con él la reliquia, pero un fuerte temporal impidió su marcha. En ese momento se tomó la decisión de dejarla en la Catedral, tal y como consta en el acta que se conserva en el Archivo del Reino de Mallorca, con poder del notario Antoni Carles, y que fue firmada el 3 de septiembre de 1523 por el arcediano, el Cabildo de la Catedral y los jurados de Palma.
La tradición popular señala que, gracias a la decisión de dejar la reliquia del brazo de San Sebastián en Palma, la epidemia de peste remitió, y el santo se convirtió en patrón de la ciudad. Unos años más tarde, en 1540, el argentero Francesc Quintana pactó con Antoni Solivella, orfebre de la cofradía de San Sebastián, las condiciones para elaborar una peana para la reliquia. Se trata de una base octogonal de gran tamaño, suspendida sobre unas bases orladas, conocidas con el nombre de “bastaixets”.
Diversas molduras ordenadas de mayor a menor forman una estructura piramidal en la que se alternan elementos decorativos como óvalos y espejos, con cenefas de calados flamígeros, pináculos y gárgolas, motivos muy propios de los argenteros mallorquines del siglo XVI.
Las únicas imágenes figurativas que aparecen en la pieza son los querubines que hay en la primera moldura y las diminutas ilustraciones de San Sebastián en los ángulos del otro calado. La manga tiene forma troncocónica alargada y está completamente recubierta por cincelados similares a los de los pies. Está rematada por una mano de madera pintada, con diversos anillos en los dedos. Una obertura elíptica, situada más o menos en medio, permite ver, tras un vidrio la reliquia del Santo Patrón de Palma.
Tomado de https://catedraldemallorca.org/…/se-cumplen-500-anos…/