agustinvive2El agustino fray Luis de León, tan cercano a la reforma carmelitana, en el prólogo que hace a la publicación de las obras de Santa Teresa, que él tuvo que estudiar y avalar con su autoridad académica, escribe sobre la Santa:

Yo no conocí ni vi a la Madre Teresa de Jesús mientras estuvo en la tierra, mas ahora que vive en el cielo la conozco y veo casi siempre en dos imágenes vivas que nos dejó de sí, que son sus hijas y sus libros, que a mi juicio son también testigos fieles, y mayores de toda excepción, de su grande virtud.

Este testimonio de memoria viva, que describe ejemplarmente lo que deben ser las comunidades religiosas con respecto a sus fundadores, sirve como dintel a estas letras de memoria del Santo Obispo de Hipona en el día de su fiesta.

28 de agosto. Tal día como hoy, saltando los calendarios gregoriano y juliano, murió en la Hipona norteafricana, bárbaramente sitiada, el anciano Obispo Aurelio Agustín, a la edad de 76 años. Era el 430. Muere cansado de luchar a favor de la Iglesia, cargado de años para la época, entregado al estudio y la predicación, al servicio de su iglesia local y de las iglesias vecinas; rodeado del amor de sus fieles y de los presbíteros que con él vivían y compartían pobreza y comunidad.

Su primer biógrafo, San Posidio, obispo de Calama, primada de la Numidia, y compañero de Agustín durante cerca de 40 años, dice de él:

No hizo testamento alguno, porque el pobre de Dios no tenía de qué hacerlo (…). Dejó a la iglesia clero suficientísimo y los monasterios llenos de varones y mujeres, que guardan continencia, con sus respectivos propósitos, junto con la biblioteca y los libros que contenían sus tratados o los de los otros santos, en los cuales se echa de ver qué y cuánto significaba por don especial de Dios en la Iglesia; y se patentiza, que no ha dejado de vivir para los fieles.

Dieciséis siglos después, Agustín vive. Es confesión en los umbrales del tercer milenio cristiano, a la luz de la profesión del ideal de vida que Agustín dejó impreso en la Regla escrita para sus monjes y monjas.

Vive Agustín en sus obras. Su pensamiento, transmitido en los siglos, sigue siendo un pilar fundamental para la cultura humana.

Vive Agustín en la reflexión teológica de la Iglesia. Doctor de la Gracia y de la Caridad, su pensamiento es luz en el desarrollo del saber teológico. Consta que es el Padre de la Iglesia más citado en los documentos del Concilio Vaticano II.

Vive Agustín en la memoria de los fieles como modelo de convertido y de fiel seguidor del Señor resucitado. Es modelo de amor apasionado a la Iglesia, modelo de vida consagrada, modelo de pastor, entregado al servicio de los pobres y de la comunidad a él encomendada.

Vive Agustín, al fin, en la realidad de las comunidades que se inspiran en su espiritualidad y profesan su Regla de vida. Los hijos e hijas de Agustín de Hipona, herederos de aquél fuego de fidelidades, entre luces y sombras, intentan trazar senderos de vida y evangelización a la luz de su presencia.

A l’Església de Mallorca, la comunitat de PP. Agustins del col·legi Sant Agustí i l’església de la Mare de Déu del Socors de Ciutat, les comunitats de Agustines Germanes de l’Empar esteses per la Illa, les Canonesses Regulars Lateranenses de Sant Agustí, de la Canònica de Santa María Magdalena de Palma, volen ser signes vius d’una confessió arriscada i compromesa: Agustí de Hipona viu i la seva vida és llum per caminar en les senderes del tercer mil·lenni cristià, al servei de l’home i de la dona del nostre temps, de la història, de l’Església i de la cultura.

 Fr. Jesús Miguel Benítez, agustino