Caridad y Esther, Agustinas Misioneras, mártires

El próximo 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada, en el Santuario de Ntra. Sra. de Santa Cruz de Orán (Argelia) serán beatificadas dos religiosas Agustinas Misioneras españolas, las Hermanas Caridad Álvarez y Esther Paniagua, que fueron víctimas del odio y la guerra que sucedió en Argelia entre los años 1994-1996.

Junto a ellas serán beatificados el obispo de Orán, Pierre Claverie, y otros 16 mártires, religiosos y religiosas, víctimas también de la guerra civil que provocó el enfrentamiento del pueblo libre de Argelia contra el fundamentalismo islámico.

La muerte violenta de nuestras dos hermanas misioneras provocó en España y en el mundo católico una auténtica conmoción. No sólo era la muerte, el dolor de la separación y la frustración de un trabajo misional ejemplar, como era el servicio a los más pobres y necesitados en barrios apartados –pura periferia– donde las Hermanas prestaban un servicio de asistencia y presencia evangelizadora de primer orden.

Su integración entre los más pobres y sencillos, su profundo respeto a la cultura y las formas de vida, su vínculo afectivo con el pueblo, hablaba a voz en grito del espíritu de las bienaventuranzas. Previendo el peligro, en todo momento estuvieron dispuestas a no abandonar al pueblo en su miedo y represión por los horrores de la guerra. Quisieron seguir al lado del sufrido pueblo argelino, con el convencimiento de que no les podían arrebatar la vida, porque ya la habían entregado…, como ellas mismas habían expresado al discernir con sus Superioras la conveniencia o no de abandonar Argelia ante el horror que se vivía.

Su testimonio de entrega fiel es un aliciente para los cristianos de a pie, que intentamos seguir, siempre en la brecha, las exigencias del evangelio de Jesús. Ayer, como hoy y siempre, la sangre de los mártires será semilla de vida para anunciar a Jesús en medio del mundo.

Fue el 23 de octubre de 1994, precisamente día del DOMUND aquel año. Salieron de su casa a celebrar la Eucaristía en una capilla cercana de las Hermanitas de Foucould. Iban por delante, de dos en dos, como les habían avisado que hicieran desde la Embajada española, para evitar conflictos. Tras ellas otras dos religiosas, una de ellas la Superiora Provincial que estaba de visita en Argelia, animando a las Hermanas en aquellas difíciles circunstancias. Giraron una calle y la mano cainita disparó contra las Hermanas. La gente comenzó a correr. Las Hermanas que iban detrás sintieron cómo una señora las refugió en su portal. Se oían llantos. Desde el tejado de la casa pudieron ver los cuerpos de las Hermanas mártires en el suelo.

Toda la Iglesia y en ella la Familia Agustiniana, desde primera hora, reconocieron que aquella muerte, aquella entrega no quedaría infecunda. El profundo dolor, la confusión, incluso la rabia que pudo por momentos aparecer, eran combatidos con el bálsamo de la fe y la confianza. El 27 de enero de 2018 el Papa Francisco aprobó el decreto de la beatificación, que tendrá lugar en breve.

Los agustinos de Mallorca, unidos a las Agustinas Hermanas del Amparo, nos gozamos en el don precioso que supone el reconocimiento de este martirio por amor al pueblo argelino, a los más pobres y necesitados. Y celebramos la gracia de saber que contamos con dos Hermanas que interceden en el cielo por nosotros, por nuestros latidos desde el corazón agustiniano, desde la comunión de almas y corazones, que quiso Agustín de Hipona, el divino africano, para sus hijos e hijas.

El martes 18 de diciembre, fiesta de la Virgen de la Esperanza, celebraremos en la Iglesia del Socorro de Palma una Eucaristía de acción de gracias por el don de la beatificación de estas Hermanas. Y lo haremos en comunión profunda con la Congregación de Agustinas Misioneras, que mantienen en 16 países el fuego  de la fraternidad para el anuncio del Evangelio de Jesús, y en comunión con toda la Familia Agustiniana.

Fray JM., Rector del Socors

Noviembre 2018