«¡No olvidemos el amor de Dios, el amor de Jesús: Él nos mira, nos ama y nos espera. Es todo corazón y todo misericordia. Vayamos con confianza a Jesús, Él nos perdona siempre» (Papa Francisco)
La «máxima expresión humana del amor divino» que es el Corazón de Jesús, como nos dice el Papa Francisco, es celebrada con toda solemnidad en nuestra iglesia del Socorro. Recogemos con ello la hermosa tradición del culto al Sagrado Corazón que, de manera destacada, desde finales del siglo XIX, se ha sostenido en este templo.
Fueron los agustinos llegados desde el Monasterio de El Escorial, cuando recuperaron las iglesias de su antiguo convento del Socors, de las que fueron despojados con la desamortización de Mendizábal, los que promocionaron esta devoción con la fundación de la Archicofradía de la Guardia de Honor al Sagrado Corazón de Jesús, en 1898. El centro del culto era la adoración al Corazón eucarístico de Cristo. La solemne celebración anual del culto eucarístico de las XL Horas era el acto central y multitudinario de los hermanos, que llegaron a ser 2.800. Ya antes la extraordinaria obra eucarística del siervo de Dios D. Miguel Maura, sacerdote de la diócesis de Mallorca, tuvo en este espacio mucho que ver con la evolución del culto a Jesucristo en la Eucaristía y a esta concreta devoción del amor manifestado en su Corazón.
Actualmente, con motivo de la solemnidad en el primer viernes del mes de junio, se celebra un Triduo de preparación con exposición mayor del Santísimo Sacramento y misa vespertina. El día del Sagrado Corazón de Jesús se celebran dos eucaristías. Una en la mañana, concelebrada por la comunidad agustiniana, y la misa solemne de la tarde.
Esta solemnidad y el mes de junio, consagrado especialmente a la contemplación de este misterio de amor insondable, son una invitación a ir a Jesús, a la contemplación de su amor, de su corazón misericordioso, donde el creyente alcanza la salvación. El Corazón de Jesús no es un símbolo imaginario, sino el centro del que mana la salvación para toda la humanidad.
El Corazón de Jesucristo es el símbolo por excelencia de la misericordia divina, del que brota el perdón y la vida para todos. La fuerza del amor de Jesucristo da vida y resucita al hombre, lo eleva, lo lanza a la esperanza en su capacidad de construir un mundo nuevo, un mundo más justo y más bueno, porque el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado; porque sólo en Jesús alcanzamos a comprender toda la hondura del latido del hombre, su anhelo más profundo, que siempre es un anhelo de paz y de concordia, de libertad, de justicia y de bondad.
En el Año Jubilar de la Misericordia celebramos el amor de Jesucristo, significado en su Corazón; amor que nos da vida y resucita; que nos lanza al futuro desde un presente nuevo, cargado de esperanza. El amor de Jesucristo, el Corazón de Jesucristo, desde donde nos mira, donde nos espera, donde nuestras heridas alcanzan la salud y el pecado perdón.
Que la experiencia de compasión que podemos gozar en el Corazón de Jesús nos ayude a todos a ser mansos y humildes de corazón y alcanzar nuestro descanso en Él, para ser compasivos y misericordiosos con nuestro prójimo.