fiesta22 de mayo de 2015, Fiesta de Santa Rita de Casia

Santa Rita abarrota el Socors”. Con este titular informaba la prensa local del 23 de mayo sobre la fiesta de Santa Rita en la iglesia de Ntra. Sra. del Socorro de Palma de Mallorca de este año. Abarrotada la iglesia a lo largo de todo el día 22.

La novena en los días precedentes, del 13 al 21 de mayo, celebrada en los cultos de la tarde, atrajo este año gran cantidad de fieles, que día a día, reflexionaron sobre la vida de la Santa de Casia, resaltando las cualidades que adornaron la santidad de esta mujer ejemplar, testigo vivo del evangelio de Jesús.

El día 21, a lo largo de la mañana, los alumnos del colegio San Agustín, por cursos acompañados de sus profesores, realizaron la visita a la imagen de la Santa y la ofrenda de rosas. Fue incesante el paso de devotos, trayendo rosas para ser bendecidas en la tarde, que serían repartidas a los fieles el día de la fiesta, al tiempo que se incrementaba el ornato floral en el entorno de la imagen. A los pies de Santa Rita se fue construyendo un auténtico jardín de rosas y otras flores y plantas, expresión de la profunda piedad del pueblo y devoción a la Santa abogada de imposibles. Generosísima la aportación de rosas de familias asiduas al templo y de las Hermanas Agustinas del Amparo del colegio Santa Mónica de Palma.

A la tarde del día 21, en que finalizaba la novena, se tuvo la bendición de rosas y aceite, según el ritual de la Orden Agustiniana. La iglesia acogió a gran número de fieles y devotos.

Y el día 22, fiesta de la Santa, se abrió el templo a las 7,30 h., esperando ya a las puertas del templo un nutrido grupo de fieles. Se celebraron misas a cada hora, desde las 8,00 h. hasta las 13,00 h., atendiéndose a los fieles en el confesionario, y siendo incesante el paso de fieles, de toda clase y condición, de cualquier edad… Como incesantes era la petición de bendiciones, de oración por casos necesitados, de expresión de acción de gracias. A los fieles impedidos o con niños pequeños se les evitaba esperar en las largas filas que, por momentos, se formaban para pasar ante la imagen. Todos cuanto se acercaban eran atendidos pastoralmente por los Padres de la comunidad agustiniana. Al término de cada misa se daba a venerar la reliquia de la Santa, entonándose el precioso himno compuesto por los PP. agustinos Andrés Pérez de Toledo (letra) y Samuel Rubio (música). La reliquia estuvo expuesta todo el día ante el altar mayor.

Las horas de mayor afluencia, durante la mañana, fueron entre las 9,30 y las 12,30 h. La participación se calcula en torno a 200 personas como media en cada misa, aparte del paso incesante de fieles ante la imagen, que no eran contabilizados. A la salida del templo se les entregaba una rosa, una estampa de Santa Rita y una foto de fray Francisco Cantarellas, religioso agustino de Muro (Mallorca) que fue durante muchos años sacristán del Socorro y benemérito propagador de la devoción a la Santa y falleció en el Socorro, con fama de santidad, en 1968.

A partir de las 17,00 h. aumentó la presencia de fieles, que iban ocupando los bancos del templo para la misa de la tarde, hasta llenar el templo, teniendo que permanecer muchas personas de pie.

A las 19,00 h. comenzó la celebración eucarística, presidida por el Sr. Obispo de la diócesis de Mallorca, Mons. Javier Salinas, y concelebrada por la comunidad agustiniana, por dos Padres agustinos procedentes de El Escorial, presentes en Palma para ayudar a la comunidad en esta fiesta, y el Sr. Rector de la parroquia de San Miguel de Palma, Mn. Antonio Gómez, gran devoto de la Santa y amigo de los agustinos.

Fue un momento intenso de oración, con el impactante silencio que se experimenta en el templo, a pesar de la multitudinaria presencia de fieles y el tránsito permanente de devotos pasando a venerar la imagen de la Santa. En un momento de la celebración nuestra iglesia acogía en torno a 600 fieles –lleno total-, sin contar los presentes en Siete Capillas. La homilía del Sr. Obispo cercana y directa, resaltando el mensaje actual de la vida de la Santa. Y al final de la misa, veneración de la reliquia, mientras se cantaba completo el himno en honor de Santa Rita.

A lo largo de la jornada son miles los devotos que se hacen presentes, difíciles de contabilizar. Alguien definió este fenómeno de devoción popular como “mágico”. Sería mejor definirlo como “misterioso”. Hay un misterio en los santos que sólo Dios sabe. Se escapa a toda lógica que en un mundo tan descreído y, aparentemente, tan lejos de Dios, haya expresiones como la que, año tras año, se vive en las fiestas ritianas y no sólo en Palma de Mallorca, en otros muchos –numerosísimos lugares- de tradición agustiniana o no.

Pero el mayor “misterio”, lo que más provoca la admiración y la acción de gracias, es el día a día de la iglesia del Socorro, ese incesante ir y venir de devotos, que buscan en la Santa de Casia su protección, su intercesión eficaz. Y es petición y acción de gracias, son lágrimas y gozos compartidos con ella en medio de la lucha constante por el vivir, sin querer estar lejos de Dios, para ir dando sentido a esa sucesión interminable de cruces y luces, de gozo y esperanza, de lo que Santa Rita es buena valedora.

Y toda esta jornada no hubiera sido posible sin la entrega generosa de un voluntariado ejemplar, dispuesto a servir a los hermanos con dedicación desprendida. Horas y horas de servicio incansable para atender a los fieles: en la liturgia, en la distribución de rosas, en la oferta de objetos de devoción, en la seguridad del templo.

Un año más, gracias a Dios, el Socorro de Palma fue casa y acogida, amparo y celebración, fiesta y compromiso.