Venerable es la tradición oriental que sostiene la existencia de la Santa Correa (cinturón o cíngulo) de la Virgen María, entregada por ella misma al apóstol santo Tomás en el momento de su Asunción a los cielos en cuerpo y alma, como refiere el antiguo relato siriaco del Pseudo José de Arimatea, en el que se narra la manera en la que Tomás recibió la reliquia de manos de la Virgen.
Esta Correa fue cortada en tres partes a lo largo de los siglos, que se veneran en tres lugares: la iglesia ortodoxa del Sagrado Cinturón de Santa María, en Homs, Siria; el monasterio ortodoxo de Vatopedi, en el Monte Athos, Grecia; y la catedral católica de Prato, en Italia.
La reliquia que se conserva en Siria llega a Homs en el siglo IV, al trasladarse desde la India, donde murió mártir, el cuerpo de Santo Tomás hasta la ciudad de Edesa (hoy Sanliurfa, Turquía) y de allí a la iglesia de la Virgen de Homs, que de inmediato cambió su nombre al de Iglesia del Sagrado Cinturón de Santa María, que actualmente es la sede del arzobispado sirio ortodoxo. En 1852, el arzobispo Mar Julius lo colocó dentro de un relicario de piedra debajo del altar, de donde en 1953 lo sacó el patriarca Efrén I Barsoum para dejarlo expuesto a la veneración de los fieles.
La reliquia del monasterio de Vatopedi, del Monte Athos (Grecia), posiblemente la más famosa, es un cinturón tejido con lana de camello, fue llevada a Constantinopla por Arcadio, hijo del emperador romano Teodosio el Grande, donde en agradecimiento por su milagrosa curación fue bordado en oro por la emperatriz Zoé, esposa de León VI el Sabio, emperador de Bizancio del año 886 al 912, y de donde en 1185 fue trasladado a Bulgaria y luego a Serbia, de donde salió como donación de Juan VI Cantacuceno, emperador de Bizancio de 1347 a 1353, al monasterio ortodoxo de Vatopedi, uno de los veinte monasterios del monte Athos, donde permanece dentro de una caja-relicario de plata con la efigie del emperador donante.
La reliquia de la catedral de Prato, en la capilla del Santo Cíngulo, mide 87 centímetros, es de color verde y brocado en hilo de oro. Llegó a Prato en 1141, en posesión de Michele, un Cruzado que lo recibió en Palestina como dote de su esposa María, hija de un sacerdote de rito caldeo no sujeto al voto de castidad, y que lo conservó consigo hasta antes de morir, en 1171, cuando lo confió al preboste catedralicio Ruberto della Pieve, quien lo colocó en el altar mayor para su debida veneración, pero tras una tentativa de robo en 1312, se edificó la capilla en la que ahora se conserva dentro de una caja-relicario que se abre solamente con tres llaves -una de ellas bajo custodia del obispo- y dentro de un armario bajo siete llaves, de donde se saca la Correa de la Virgen cinco veces al año para su ostensión hacia la plaza de la ciudad desde el púlpito externo, decorado por Donatello entre 1428 y 1438, para la veneración de los fieles.
Estamos, evidentemente, ante hechos singulares, mantenidos por una fuerte tradición devocional, señaladamente en el Oriente, sin contrastes históricos suficientes y nebulosas en la documentación. Los recogemos aquí por su interés de conexión con la larga tradición de la Correa de San Agustín, vinculada al título de Ntra. Sra. de la Consolación, patrona principal de la Orden Agustiniana.
La Correa de la Virgen del Monte Athos, en Rusia.
Conocida por los griegos como “hagia zoni”, es la más preciada reliquia dentro de la Iglesia Ortodoxa, y visitó en 2011, hace ahora diez años, varias ciudades de Rusia, invitados por el Patriarcado de Moscú. Acompañaban a la reliquia 20 monjes griegos, en la primera salida del monasterio, desde su llegada. La visita comenzó el 20 de octubre en San Petersburgo, donde la recibió el presidente Vladímir Putin. A Moscú llegó el 29 de noviembre, tras pasar por Yekaterinburg (en los Urales), Norilsk (en el círculo polar ártico), Vladivostok (en el Pacífico), Tiumén (en Siberia), una geografía en forma de cruz, para bendecir toda Rusia.
Se calcula que más de dos millones de peregrinos rusos veneraron en los diferentes templos de quince ciudades rusas la Correa de la Virgen, aguardando colas kilométricas y, a veces, de hasta 24 horas. Un verdadero aluvión humano llegado de todo el Estado, que llamó la atención a los medios de comunicación occidentales.
La acogida más espectacular fue la que aconteció en la Catedral de Cristo Salvador, en Moscú, templo de nueva construcción, consagrado en el año 2000, que venía a sustituir al antiguo templo, destruido por los soviets en 1931.
En esta Catedral concluyó la peregrinación rusa de la Santa Correa de Vatopedi, que sacó a la calle multitudes. Una larga y solemnísima celebración, presidida por el Patriarca de Moscú y toda Rusia, Kiril, junto a más de 300 arzobispos y obispos ortodoxos, cerró esta peregrinación de la venerada Correa de la Virgen.
Y una curiosidad…
En el monasterio de Vatopedi del Monte Athos se da culto a distintos iconos de la Virgen, con el valor y el profundo significado espiritual con que son venerados los iconos en la Ortodoxia. Ocho de ellos los tienen considerados como milagrosos, con larga tradición. El primero de ellos, es el “Sagrado y Milagroso Icono de la Madre de Dios, Madre de toda bendición, o Madre de la Alegre Consolación”. llamado en griego “Paramythia”, o en eslavo “Otrada”.
Este famoso icono, que tiene varias reproducciones a lo largo de la geografía ortodoxa por todo el mundo, tiene su propia historia, vinculada a la fundación del monasterio. Recibe en Vatopedi un culto especial. Ante él luce inextinguible una llama permanente. Todos los monjes del monasterio han sido tonsurados ante este milagroso icono y, diariamente, particularmente los sábados, la comunidad, presidida por el Prior, recita un “Moleben” u oración de petición.
Curioso el vínculo de la devoción a la Virgen bajo el nombre de Consolación, “Alegre Consolación”, allí donde se guarda la más preciada reliquia de la Virgen, como es su Santa Correa.