26 de abril, Ntra. Señora, Madre del Buen Consejo

 

El título de “Madre del Buen Consejo” es una de las advocaciones marianas más veneradas por los agustinos.

En el pequeño pueblo de Genazzano, cercano a Roma, había un templo dedicado a la diosa Venus, diosa pagana del amor. A finales de abril junto a este templo se celebraban fiestas y bailes en torno al templo de Venus.

Ya en época cristiana en el  año 336, el Papa  San Marcos, mandó construir una iglesia en una colina no lejos de las ruinas del antiguo templo pagano. Era una iglesia fuerte, pero pequeña dedicada a Ntra. Sra. del Buen Consejo.

A través de los siglos la Virgen María fue honrada en esta pequeña iglesia, de la que se hacen cargo los agustinos en el año 1356. El tiempo y distintos avatares afectaron al templo. En el siglo XV la iglesia estaba en ruinas, temiendo su caída.

Fue una viuda, llamada Petruccia, que tenía gran devoción a la Virgen, la que se empeñó en renovar la iglesia. Deseaba construir una iglesia más grande, más bonita y más apropiada para la Madre de Dios. Sus vecinos se burlaban de ella y le negaban su ayuda. Pensaban los vecinos que era un proyecto muy ambicioso y que Petruccia no tenía dinero suficiente. La obra tuvo que detenerse, con las paredes sin terminar por falta de fondos y era nombrada como “la locura de Petruccia”… Petruccia no se dejó dominar por los contratiempos y pensaba que un día, “una Gran Señora vendría a tomar posesión de ella”.

En las fiestas del 25 de abril de 1467, día de San Marcos, la gente concentrada en la plaza del mercado, bailando y cantando, vio como una gran nube se detenía en la iglesia de Petruccia, aún sin terminar. Se abrió la nube y en su centro apareció una bellísima pintura de Ntra. Señora con el Niño Jesús. Todas las campanas comenzaron a sonar de modo milagroso, sin ayuda humana. El repicar de las campanas congregó a mucha gente y Petruccia recordó que la Señora venía a tomar posesión de su iglesia. No se conocía la procedencia de la pintura, ni antes se la había visto. Comenzaron los milagros y curaciones, en solo cuatro meses 171 milagros fueron archivados. Se comenzó a llamar a la imagen: “Nuestra Señora del Paraíso”, se creía que había sido traída por los ángeles, más tarde se le dio el nombre de: “Nuestra Señora de los Milagros”.

Dos extranjeros llegan a Genazzano, provenientes de Scútari, Albania, buscando la pintura de la Virgen. Cuando su ciudad, Scútari fue tomada por los turcos, los vecinos vieron cómo la imagen de la Virgen se desprendió de la pared y elevándose se trasladaba hacia el oeste. Siguiéndola, llegaron a Genazzano.

Desde Roma el Santo Padre, escucha acerca de la pintura y los milagros y mandó a unos obispos para estudiar los acontecimientos extraordinarios. Tras una cuidadosa investigación determinan que la imagen es la verdadera imagen de la Santísima Virgen, Ntra. Sra., Madre del Buen Consejo, que se veneraba en Albania. Pintada sobre yeso de pared, ninguna habilidad humana podía haberla desprendido sin romper la pintura. Ninguna mano humana podía haberla traído a través del mar Adriático y colocarla en la  iglesia de Petruccia.

Se terminó la iglesia, se ofrecieron numerosas donaciones, la pequeña iglesia se convirtió en basílica. La pintura fue puesta en un rico relicario con dos coronas, enviadas por el Papa desde el Vaticano, para decorar las imágenes del Niño y la Virgen y San José.

Durante la segunda guerra mundial, la basílica de Genazzano fue bombardeada, quedando destruida; una bomba explotó en el centro de la misma, quedando destrozado el altar mayor, las pinturas y las estatuas de las paredes alrededor…, pero la milagrosa pintura de Ntra. Sra., la Madre del Buen Consejo, se mantuvo intacta y bella como Petruccia la vio por primera vez.

La imagen aparece como si Nuestra Señora estuviera escuchando a Jesús, a quien tiene en sus brazos, que pasa uno de ellos en torno al cuello de su madre. Tienen las dos figuras, Madre e Hijo, juntas sus mejillas y la otra mano de Jesús se posa sobre el cuello del vestido de la Virgen. La expresión de ambos es de profunda atención, Jesús parece susurrarle algo a su madre. La pintura es sencilla y atrayente.

En los últimos siglos muchos han acudido a Ntra. Sra., la Madre del Buen Consejo a presentarle sus problemas; son muchas las peregrinaciones que acuden buscando la guía de María, la gracia divina, y secundan sus consejos de Buena Madre.

Las palabras de “Madre del Buen Consejo” fueron incluídas en la Letanía Lauretana por el papa Pío IX.

Haced lo que Él os diga”, es siempre signo y seña de María, la primera seguidora de Jesús, a quien nos ofrece desde su regazo como Camino, Verdad y Vida.

En algunas imágenes, la figura de la Madre del Buen Consejo aparece con esta inscripción: “SS. Mater Boni Consilii, ora pro nobis Jesum filium tuum., es decir, “Santísima Madre del Buen Consejo, ruega por nosotros a tu hijo, Jesús. Es nuestro deseo para aquellos que nos leen, confían y esperan… en el señorío absoluto de Jesús.

José Luis Ovejero, O.S.A.